Ciudades en Transición
¿Qué es una ciudad, pueblo, barrio en Transición?
Desde principios de este siglo están apareciendo por todas partes del mundo iniciativas de ciudades en Transición. Iniciativas compuestas por personas que se sienten incómodas en el modelo socioeconómico impuesto de crecimiento económico ilimitado por encima de todas las cosas, incluso de la dignidad y salud humana o el equilibrio con la madre naturaleza.
Las ciudades en Transición parten de la aceptación de que este sistema ha creado una sociedad competitiva, egoísta, insolidaria y por conclusión infeliz. La utopía planteada como alternativa es un mundo cooperativo, asociativo, solidario, sostenible y en la base de todo esto una sociedad feliz y con la conciencia bien destapada. Pero claro, este cambio no se va a producir de la noche a la mañana. La mayoría de la gente aún ni siquiera ha despertado de su aletargado sueño que no les permite apreciar la sociedad que se ha creado y como formamos parte de esto.
Para que esta Transición se haga efectiva y sea bien interiorizada, debemos embarcarnos en un viaje de cambio. Un viaje que va ser largo, con baches y montañas que superar, con largas detenciones para decidir el giro correcto en los cruces y sobre todo el saber viajar en grupo, tener en cuenta los ritmos y las necesidades de todas las personas que se embarcan en este apasionante viaje hacia esa sociedad “bonita”. Por eso la transición debe de ser amable y cuidadora, que nadie se quede en el camino porque ya sabemos lo que hay al principio del camino, y no queremos volver ahí.
Este “viaje” del que hablo metafóricamente, se refiere a un cambio en nuestra manera de hacer, en nuestra manera de comportarnos, en nuestros hábitos aprendidos desde pequeñ@s y que ahora, en el despertar de la consciencia, deseamos cambiar. Pero el cambio para que sea verdadero y bien interiorizado requiere de tiempo y mucho mimo. Es un trabajo psicológico en dos frentes; el trabajo de crecimiento personal que cada individu@ hace y también el trabajo en colectivo necesario para formar ese grupo social bien entramado que nos refuerce en esta nueva manera de relacionarnos.
La mayoría de las personas que se acercan y forman parte de algún proyecto en Transición, son personas que han “despertado” o están en el proceso de “despertar” la consciencia. Este “despertar” no es más que un acto de parar el ritmo frenético y automatizado de nuestras vidas y observarlo, valorarlo, estudiarlo. Darnos cuentas que en la mayor parte de nuestra vida, nuestra mente está muy alejada de lo que estamos haciendo en el presente, y se mueve más por el pasado, lo ya ocurrido, o con las preocupaciones de lo que está por venir. Vivimos en un sistema lleno de estimulaciones y distracciones que afectan nuestra actividad cerebral y que dificultan la calma y estabilidad mental necesarias para el despertar de la consciencia. En la mayor parte de nuestras acciones mente y cuerpo se disocian, actúan separados, algunas veces parecemos más robots que personas.
Las ciudades en Transición ya sea por medio de sus comités de bienvenida, sus asambleas de coordinación o de sus proyectos, ofrecen espacios de ralentización, libre de sobreestimulación, espacios amables y cuidadores con gente que quieren alejarse del mismo estado ansioso del que tú te quieres alejar. Los grupos, comités y los proyectos no son el fin de las ciudades en Transición, son el medio para conseguir el despertar de la consciencia de la gente y así poder abrirles la puerta a creer en que otra manera de ser y de vivir es posible.
Una persona que empieza a despertar, empieza a empatizar y a darse cuenta del impacto destructor y negativo que estaba creando no solo al mundo sino a ella misma, empieza poco a poco a poner energía y sabiduría en reducir ese impacto negativo y transformarlo en positivo y a dejar de faltarse el respeto, es decir, se convierte en ecologista, en cuidador/a y en búsqueda para el bien común, y ya no hay marcha atrás.
Pero para conseguir destapar nuestra consciencia, despertar, involucrarnos en proyectos prácticos, donde hay que aprender a trabajar en comunidad y a desarrollar la creatividad, y además hacer todo esto disfrutando de ello, no queda otra que decrecer. Sí, Decrecimiento, esa palabra que asusta porque pone en entredicho al dichoso Crecimiento que tanto nos han metido en la cabeza y que según nuestra educación y cultura es el objetivo de nuestras vidas, es el último ingrediente necesario de este potaje de cambio transicionero.
El Decrecimiento dice básicamente que hay que reducir las energías que ponemos en hacer y acumular dinero destinado a consumir para calmar la ansiedad, y poner más en una vida basada en la Economía de los Cuidados, es decir, poner nuestra energía en cuidarnos física y mentalmente, cuidar al resto de las personas y cuidar a la madre naturaleza. Este modelo económico que cuida la vida, no busca el superávit económico, busca un superávit en salud, en conocimiento, en felicidad, en respeto y equilibrio y si encima se produce superávit económico pues mucho mejor, pero que esto último sea una consecuencia del cumplimiento de los demás objetivos.
En Granada llevamos ya más de 6 años transicioneando. No fue fácil saltar de la teoría a la práctica y por eso tardamos casi dos años en lanzar nuestro primer proyecto: El gallinero feliz. Este proyecto, que tanto esfuerzo y atención nos llevó, nos sirvió como aprendizaje, no solo de cómo poner en práctica la teoría de la Transición, sino también para crear un modelo de funcionamiento que es el que utilizamos en la actualidad.
Granada en Transición funciona en torno a su corazón, el grupo de coordinación. Este grupo está formado por personas que normalmente llevan ya un tiempo vinculadas a GET, aunque está abierto a quien quiera unirse. El grupo de Coordinación se reúne en asamblea una vez al mes más o menos. Trabajan sobre un orden del día hecho de manera participativa. Y en estas asambleas se trata de acompañar el nacimiento de nuevos proyectos y supervisar el funcionamiento de los ya existentes. El grupo de Coordinación también gestiona las redes sociales, las comunicaciones y colaboraciones con otros proyectos y la celebración de los comités de bienvenida, donde recibimos a gente que llama a nuestra puerta y quiere conocernos.
Esta manera de funcionar ha sido un éxito para nosotr@s, aunque no es fácil de mantener, ya que, aunque lo disfrutamos requiere de cierto tiempo y esfuerzo. En la actualidad hay una interesante variedad de proyectos dentro de GET y somos un referente del ecologismo decrecentista en Granada. Además del Gallinero Feliz, también tenemos Cocina en Transición, Mercado Clandestino, la Huerta de las Mujeres, la Recicreativa, Bailar por Bailar, el Jardín del Decrecimiento, Tertulias en Transición, Caminos en Transición, Cine en Transición y Voces en Transición.
Hay proyectos más avanzados y sólidos que otros, pero lo que sí podemos decir es que el virus transicionero en Granada ya ha tocado a suficientes personas para asegurarnos que esto viene para quedarse. En todos nuestros proyectos hay un eje común, y ese es el de crear comunidad, crear grupos de personas que piensen en colectivo y aporten al bien común, no solo de las personas que lo conforman sino también del medio que nos rodea y los diferentes seres que lo componen.
Transicionear es algo que involucra un sacrificio, el despertar en sí es duro, darse cuenta del sinsentido que nos rodea no es fácil, sin embargo después de conocer a l@s Transicioner@s que ya están haciendo camino, no tendréis dudas en empezar a acompañarlos, al menos un poquito, y empezaréis a daros cuenta que no estáis sol@s, que somos much@s l@s que sentimos que hay otra manera de hacer vida y que la Transición es el camino hacia ese mundo utópico, y que las utopías son sueños muy complicados de realizar… pero no imposibles, entonces que ¿transicionas conmigo?
Romualdo Benitez Rodriguez
Granada en Transición